El mero hecho de que divises sombras es una señal de que la luz brilla intensamente. El problema solo está en que te has identificado con las sombras sin darte cuenta de que nunca puedes ser lo que percibes, sino el que lo percibe. ¿Acaso crees que vas a entender la luz si nunca te has sumergido en la penumbra? No me vengas con excusas baratas sobre tu incapacidad para navegar en medio de las tormentas, o cómo el acto de bailar te deja exhausto, o que necesitas un manual de seguridad para amar, o que la realidad es una fiera indomable… ¡Tú no eres ese tipo de persona!
Si optas por rechazar las sombras, te convertirás en un esclavo de tus propios temores. Cuanto más te familiarices con las sombras, más consciente serás de que no eres lo que conoces, sino el que conoce.
«Uno no se ilumina imaginando figuras de luz, sino haciendo consciente la oscuridad» (C. Jung)