O quizá hemos sido moribundos preocupados por la apariencia.
Primates repitiendo la educación y creencias almacenadas.
Zombis que no se cuestionan el contenido del cerebro.
Exiguas existencias viviendo las expectativas de otros.
Productos perecederos pendientes de lo mío, el yo y lo nuestro.
Aspirantes a héroes caídos del árbol de la estupidez.
Marchitas existencias temerosas de la realidad.
Almas sin alma que ni si quiera dan pena…