Si no decides danzar con los cambios, te quedarás atrapado en la monotonía. La vida no es una armonía suave, es un concierto de caos y desorden; digamos un desconcierto. Si no sientes la herida, estás simplemente dormido en la anestesia de la mediocridad. Las heridas que sanan duelen, y ese dolor es el billete de entrada a la autenticidad.
Aferrarse a la ilusión de las etiquetas es como abrazar sombras que se desvanecen en la penumbra. La verdad es que nada ni nadie te pertenece, excepto quizás tus propios demonios. Eres tú el que permite que las sombras de otros intenten poseerte. La luz te da el escenario perfecto para interpretar tu papel, pero es en la oscuridad donde descubres si eres un actor principal o simplemente un extra en tu propia película.
No te confundas, no eres la novela que se repite en tu cabeza, eres el oyente de esa conversación caótica. El verdadero ser no está encerrado en las páginas escritas por la sociedad; está en la capacidad de desafiar esas palabras y escribir tu propia historia, aunque sea con tinta de rebeldía y capítulos emborronados. Vive, porque en cada tropiezo encontrarás la luz que solo la oscuridad puede revelar.