Todavía las palabras sexo, follar, lesbiana, trío, homosexual, sexualidad, masturbación, erotismo… generan en algunas personas una especie de incomodidad. Los hay que dicen que no, que les resulta de lo más cómodo, pero empiezas a hablar de ello y te hacen un chiste fácil como para quitar hierro o un salir por peteneras (que fue una bella cantante del flamenco, La Petenera)

Esta falsa modernidad la comprobamos cuando un mega-moderno de boquilla, discrimina sin darse cuenta cuando suelta un “¿Sabes?, yo tengo muchos amigos gays” Que siempre me resulta como una especie de “¿Sabes?, yo tengo muchos amigos de la galaxia Andrómeda con tres ojos y cuatro brazos” Si tan normal te parece ¿Por qué te enorgullece tener amigos de distinta condición sexual, o acaso no es normal disfrutar de la condición sexual que tengas?

Luego nos encontramos con halagos a los que “salen del armario” (sea con trajes, perchas o un producto antipolillas) Es como si un pájaro en un momento de su vida tuviera que avisar que tiene alas. Estamos en pleno siglo 21 avanzado y seguimos, de una manera (homófobos, misóginos, puritanos…) u otra (progresismo de boquilla, falsos halagos, discriminación positiva…) desnaturalizando todo aquello que deriva de la palabra sexo.

Respecto a la práctica sexual también sigue acompañada de “amoral” si no es un hombre y una mujer haciendo el amor (follar no, que parece más real) y preguntando al final del acto (palabra que parece de vodevil) el hombre ¿qué tal? Como si de un examen se tratara en lugar de pasar un fenomenal rato sin nota ni reválida.

Así pues, todavía vemos más natural, como decía Lenny Bruce, una película donde se mate, torture o sacrifique (rey de reyes, salvar al soldado ryan, la chaqueta metálica…) que una que tenga algo de sexo subido de tono; ¡eso sí que no! dos personas adultas pasándolo bien desnudas es indigno, mucho más que ver una peli donde haya alguna masacre, esas incomodan menos y se hacen cosas menos vergonzosas.