La libertad está en la cárcel porque a la sociedad le daba miedo semejante tipa. Los diferentes están callados y los que dicen que son diferentes se lo hacen. Los cantautores no tienen relatos auténticos ni noches que beber ni palabras que Doña Censura no les corte.

Nada es lo que parece; maniquíes andantes en busca de un chute de aprobación, adictos al aplauso y con fobia a la realidad. Eso somos, ya siento el pesimismo. Pescadores de plástico en el mar recalentado, marionetas de la ideología, obsesos de la palabra felicidad y esclavos del miedo.

Ahora que el cuerpo importa más que la mente, que prostituimos la intimidad a cambio de dinero; ahora que los viejos no son viejos, el tomate no es tomate y los adolescentes son transgénicos mutantes empantallados…escribo estas palabras pero qué más da.

Vivo en la selva social donde la competencia se carga al competente, la necesidad al amor, el resultado a la ilusión y la perfección a la bendita e inevitable inseguridad.

La libertad está en la cárcel porque el individuo tiene miedo… a sí mismo.